José Mauro González-Luna Mendoza
Versión en castellano (for English version, please see below):
Hoy está de última moda en Occidente, otrora racional y honesto, impugnar la verdad de las cosas ante el tribunal del mundo con la finalidad práctica de ensanchar la libertad. Una libertad a modo, sin límites, nihilista han dicho. Y se trata de una caricatura de tribunal, pues siempre falla a favor del impugnador aunque nunca le asista la razón.
Tales impugnadores, muchos provenientes de «izquierdas» de origen democrático, se han concentrado en promover el aborto y otras conductas contrarias a la naturaleza de los seres para quedar bien con las masas enajenadas y con los controladores organismos internacionales de extrema derecha, abandonando, traicionando en los últimos lustros, la lucha secular contra la concentración escandalosa de riqueza en manos del 1% de la población mundial y contra la brutal desigualdad social y económica de miles de millones de personas, en especial de mujeres y seres humanos vulnerables como los migrantes pobres. En suma, una deserción vergonzosa.
En España a raíz de la llamada Ley Aído del 2010, se permite el aborto libre a las 14 semanas del embarazo. Esta ley es contraria a las decisiones del Tribunal Constitucional español que ha dicho que el concebido no nacido encarna un valor fundamental: el de la vida humana, protegida constitucionalmente. Pero eso es irrelevante para los cálculos electoreros de los abundantes politicastros y secuaces de una ciudadanía enajenada, ignorante, hedonista y consumidora.
En fecha muy reciente, se dio en España un caso que ilustra, de manera elocuente, tal moda impugnadora de la verdad. Los gobernantes de la comunidad autónoma española de Castilla y León expidieron un protocolo para ofrecer a las madres la posibilidad de oír los latidos del corazón y de ver imágenes de ecosonogramas de sus concebidos no nacidos, antes de tomar la decisión de abortar a la luz de la llamada Ley Aído que insistimos, vulnera los principios constitucionales españoles que protegen toda vida humana, incluyendo la del nasciturus.
Al conocerse el contenido del protocolo de Castilla y León, las furias de los impugnadores de la verdad se desataron, y tras la presión inaudita, el protocolo fue derogado. Debe quedar claro que dicho protocolo no imponía a las madres el escuchar dichos latidos y ver tales imágenes, sino simplemente ofrecía a las mismas la posibilidad de ello como oportunidad última de reflexión, de discernimiento, de deliberación prudencial que es propia de todo ser racional y libre, de honradez elemental.
El oír latidos del corazón de un concebido no nacido, de un ser humano que vive en el vientre de la madre en paciente espera de ver la luz del día, despierta las conciencias adormecidas por ideologías y propagandas perversas, enemigas de la verdad de las cosas, como lo dijo hace poco un sabio español cuyas lecciones me recomendó escuchar un brillante jurista e historiador, Manuel Andreu Gálvez.
El ver imágenes, no de una masa, no de un coágulo, sino de una persona humana en «tránsito hacia el nacimiento», cura cegueras y mezquindades camufladas con un absurdo jurídico y moral: el eslogan de un supuesto «derecho» a abortar, es decir, a asesinar a seres humanos indefensos, los más vulnerables, como bien lo señaló dicho sabio español.
Los impugnadores de la verdad a toda costa evitan que la misma aflore en la conciencia de las madres al escuchar la diástole y sístole de los pequeños corazones de quienes habitan en sus benditos vientres, a fin de que impere la ideología del crimen legalizado: un totalitarismo sin precedentes. Pero esos mismos enemigos españoles de la vida aplauden, como focas, que en las cajetillas de cigarros se reproduzcan imágenes de pulmones ennegrecidos, en descomposición a causa del fumar, con el fin de desanimar a los fumadores en vista del daño terrible a sus pulmones provocado por el tabaco.
Pero el que las madres tomen la decisión de no abortar fundada en la verdad que aflora en la conciencia antes errónea, al aceptar el ofrecimiento comentado; de no apagar para siempre los latidos de un ser humano, no es aceptable, es para los impugnadores, algo intolerable que nunca se debe permitir. Hipocresía pura la de esos individuos que utilizan un doble rasero a conveniencia. Uno defiende pulmones, el otro aniquila corazones humanos que laten indefensos ante la maldad del mundo necrófilo.
Es lamentable que políticos y secuaces de izquierda, de centro y de derecha en España, en Europa, traicionen los valores cristianos que un día le dieron vida y pujanza a esa Europa, a los primeros parlamentos, el de Huesca, España el primero según Hilaire Belloc en su libro «La Crisis de nuestra Civilización», antes que en Inglaterra, emulados después por las naciones del mundo; que dieron vida a las primeras universidades, catedrales góticas, divinas comedias y sumas teológicas, en siglos gloriosos, el XI, XII y XIII, que abarcan la «más alta y mejor civilización de cuantas recuerda la historia», en palabras del citado historiador Hilaire Belloc, amigo y compañero de luchas intelectuales del genial G. K. Chesterton, converso al catolicismo en la Inglaterra del siglo XX.
Siglos plenos esos del Dante, Tomás de Aquino, Alberto Magno, San Luis rey de Francia, San Fernando de Castilla, Francisco de Asís, Antonio de Padua, Clara de Asís, Domingo de Guzmán. Hoy Europa es un despojo vil al servicio del gobierno yanqui, de la hegemonía imperial de las armas, el dinero, el aborto, la ideología de género desconocedora de la verdad de la naturaleza de las cosas.
Ojalá que pronto soplen vientos frescos que vengan de otras latitudes y que restauren a Europa, al Occidente todo, a una civilización envejecida, caduca, decadente, con avances científicos y tecnológicos que asombran pero que a la vez, con frecuencia inusitada, deshumanizan, aterran en materia de armas y ensayos eugenésicos para suplir calculadoramente a algunos de los millones de seres humanos abortados. Es tiempo de impugnar con las armas nobles del espíritu a los enemigos de la verdad, conscientes de que al final ésta vencerá arrolladoramente.
Es tiempo de volver a los heroísmos hoy en bancarrota, sin olvidar lo que un día dijo Chesterton: «el catolicismo es guerra declarada y franca, y dondequiera aparece como una espada que parte en dos. Es la filosofía de la verdadera izquierda. El catolicismo resuelve los conflictos haciendo luchar directamente las dos fuerzas extremas y antagónicas, para que se salve la que ha de salvarse. Hay, pues, que combatir». Dedico este artículo a los valientes que defienden la vida y latidos del concebido no nacido, de los migrantes pobres y de tantas víctimas inocentes de la historia de hoy.
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English version:
Today it is the latest fashion in the West, once rational and honest, to challenge the truth of things before the court of the world with the practical purpose of expanding freedom. A freedom without limits, nihilistic they have said. And it is a caricature of a court, since it always renders sentence in favor of the cunning challenger even though he is never right.
Such protesters, many coming from the «left» of democratic origin, have focused on promoting abortion and other behaviors contrary to the nature of beings to alleviate their consciences overwhelmed by having abandoned, betrayed in the last decades, the secular fight against scandalous concentration of wealth in the hands of 1% of the world population, and against the brutal social and economic inequality of billions of people, especially women and vulnerable human beings, such as poor migrants.
In Spain as a result of the so-called Aido Law of 2010, free abortion is allowed at 14 weeks of pregnancy. This law is contrary to the decisions of the Spanish Constitutional Court, which has said that the unborn child embodies a fundamental value: that of human life, constitutionally protected. But that is irrelevant to the electoral calculations of the abundant politicians and henchmen of an alienated, ignorant, hedonistic and consuming citizenry.
Very recently, a case occurred in Spain that eloquently illustrates such a fashion that challenges the truth. The rulers of the Spanish autonomous community of Castilla y Leon issued a protocol to offer mothers the possibility of hearing the heartbeats and seeing echosonogram images of their unborn children, before making the decision to abort in light of the so-called Aido Law that, we insist on, violates the Spanish constitutional principles that protect all human life, including that of the unborn.
When the content of the Castilla y Leon protocol became known, the furies of those who challenged the truth were unleashed, and after unprecedented pressure, the protocol was repealed. It must be clear that said protocol did not impose on mothers listening to said heartbeats and seeing such images, but simply offered them the possibility of doing so as the last opportunity for reflection, discernment, and prudential deliberation, typical of all rational and free human beings.
Hearing the heartbeat of an unborn child, of a human being who lives in the mother’s womb patiently waiting to see the light of day, awakens consciences numbed by perverse ideologies and propaganda, enemies of the truth of things, as was well said recently by a Spanish wise scholar.
Seeing images, not of a mass, not of a clot, but of a human person in «transit towards birth», cures blindness and pettiness camouflaged with a legal and moral absurdity: the slogan of a supposed «right» to abort, that is, to murder defenseless human beings, the most vulnerable, as said by a wise man from Spain.
The challengers of the truth at all costs prevent that truth from emerging in the conscience of mothers by listening to the diastole and systole of the little hearts of those who inhabit their blessed wombs, so that the ideology of legalized crime prevails: totalitarianism without precedents. But those same Spanish enemies of life applaud, like seals, that images of blackened lungs, decomposed by smoking, which are reproduced on cigarette packs, in order to discourage smokers in view of the terrible damage to their lungs caused by tobacco.
But the fact that mothers are discouraged from having an abortion when accepting the cited offer, from turning off the heartbeat of a human being forever, is not acceptable, it is something intolerable for the challengers of truth. Pure hypocrisy of those individuals who use double standards at convenience. One defends lungs, the other promotes the annihilation of human hearts that beat defenseless against the evil of the necrophilous world.
It is unfortunate that politicians and followers of the left, center and right in Spain, in Europe as general rule, betray the Christian values that one day gave life and strength to that Europe, to the first parliaments -the first one in Huesca, Spain, before that in England-, later emulated by the nations of the world; that gave life to the first universities, Gothic cathedrals, divine comedies and theological sums, in glorious centuries, the XI, XII and XIII, which encompass the «highest and best civilization of all that history remembers», in words of the brilliant historian Hilaire Belloc, a friend of G. K. Chesterton with whom he fought intellectual struggles in favour of Catholic, universal values in modern England.
Brilliant centuries those of Dante, Thomas Aquinas, Albert the Great, Louis IX of France, Ferdinand III of Castile, Francis of Assisi, Anthony of Padua, Clare of Assisi. Today Europe is a vile divestiture at the service of the Yankee government, of the imperial hegemony of arms, money, abortion, gender ideology that is ignorant of the truth of the nature of things.
I hope that fresh winds will soon blow from other latitudes to restore Europe, the West, the aging, out-of-date, decadent civilization, with scientific and technological advances that amaze but which at the same time, with unusual frequency, dehumanize, terrify in terms of weapons and eugenic tests to calculatingly supply some of the millions of aborted human beings. It is time to challenge the enemies of the truth with the noble weapons of the spirit, aware that in the end the truth will win the battle.